O corno: La agónica y contundente Concha de Oro en San Sebastián
O corno se acerca a la Illa de Arousa a principios de los años 70. María (Janet Novás) es una mujer de la zona, que vive del marisco y también se hace valer en la comunidad como una suerte de partera local. Pero, tras una noche de celebración, una noticia descoloca su vida por completo: María se ve obligada a huir de su pueblo en secreto y tendrá que cruzar la frontera con Portugal para refugiarse.
Flamante ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, O corno es un drama muy físico y también una road-movie prohibida por los espacios compartidos de una Península Ibérica aún bajo el yugo de las dictaduras de Franco y del Estado Novo portugués. Una película gallega y en gallego sobre un tiempo ya pasado pero que Jaione Camborda se empeña en traer al presente a través de los cuerpos en peligro de las mujeres.
Esta poderosa película que reivindica la capacidad de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos es precisamente una desembocadura de varias tradiciones cinematográficas de nuestro cine de autor ibérico: de la portuguesa, pero sobre todo de la gallega y la española. Pese a que no evita algunos de sus vicios recientes, Camborda encuentra la manera de darles su propia vuelta mostrándose inflexible en lo que quiere hacer. O corno resulta así agónica, pero también contundente y esperanzadora.
Una de las grandes noticias que puede traer el éxito de O corno en San Sebastián es que se redescubra la interesantísima pero poco valorada Arima, la fantasmal ópera prima de Jaione Camborda. Ambas comparten una idea de guión: la construcción de un gran sujeto colectivo, formado por distintos personajes femeninos interconectados de forma invisible. Arima apelaría a un «espíritu de espíritus», de identidades mezcladas en busca de afecto, mientras que O corno formaría más bien un «cuerpo de cuerpos», una cadena de transmisión de mujeres en la que asistentas y asistidas se reconocen.
De fondo, en las dos películas late la violencia sobre las mujeres y un intento por plasmarla en imágenes alejándose de la lógica víctima-agresor. Una desde lo espiritual, la otra desde lo somático. En lo que las dos películas se alejan es en sus herencias: la nublada Arima se rehace a una tradición cinematográfica específicamente gallega, etiquetada como Novo Cinema Galego, en la que ambiente, mito e historia se mezclan en un cine liberado de ciertas ataduras. O corno, en cambio, se ajusta a códigos narrativos más reconocibles en el cine independiente español, con posibilidad de resultar más familiares al público.
Asociado a esta última observación, y es un problema a tener muy en cuenta, la película no es capaz de huir de ciertos motivos visuales y conceptuales que en España nos suenan muy mascados (los que vemos en el contraste individuo/naturaleza, ciertas imágenes asociadas a la clandestinidad o la maternidad, por ejemplo). La suerte es que se va abriendo paso todo aquello que la hace también diferente y que Camborda ha conseguido proteger.