Surcando la bruma.
Por Miguel Ángel Pizarro
El cine gallego se ha convertido en una de las novedades más interesantes de la industria cinematográfica española. Con Oliver Laxe como principal ejemplo, con filmes magníficos como ‘Mimosas’ (2016) o ‘Lo que arde’ (2019), la realizadora Jaoine Camborda sigue los pasos de Eloy Enciso, Eloy Domínguez Serén, Anxos Fazáns y Diana Toucedo y debuta con su largometraje ‘Arima’, filme presentado en la 16ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla.
El título hace referencia a la palabra ‘alma’ en euskera, que en la película es utilizada para hablar de aquello que se percibe a través de la neblina, que no puede verse con los ojos pero se intuye. Con esa premisa, Camborda, que firma también el guion, crea un largometraje hipnótico, que evoca al cine experimental portugués, que camina entre lo real y lo fantasioso, dentro de un marco costumbrista y cercano, al ambientar la trama en un pequeño pueblo gallego, con cinco mujeres protagonistas que escenifican las diferentes edades del ser humano.
Una fábula entre lo real y lo fantasioso
Su prólogo es toda una carta de presentación, un ojo humano protagoniza la escena, en primer plano. El globo ocular mira directamente al público, creando así una conexión desconcertante con aquel que vea el filme. Poco a poco va convirtiéndose en una figura abstracta, que invita a adentrarse en una trama que tiene mucho de fábula sobrenatural, en la que prima lo que se intuye a lo que se ve. Porque Camborda crea una atmósfera espeluznante, como si se adentrase en un pantano en el que se presupone que hay terribles depredadores.
Camborda plasma las diferentes realidades femeninas, desde la niña (Nagore Arias) que acompañada a su madre (Rosa Puga Dávila) en una clase de arte, a la profesora de dicta la clase (Melania Cruz), la modelo que participa en el aula (Iria Parada) y la madre de la maestra de arte (Mabel Rivera). El filme gira entorno a ellas y gracias a la mirada de la pequeña puede intuirse lo que siente cada una de ellas, en un filme en el que la irrupción de dos personajes masculinos perturba la existencia de las cinco protagonistas.
Estupendo debut
Esos dos personajes representan una amenaza, uno huye y el otro le busca. De diferentes enfoques, ambos son sujetos que rompen ese equilibrio mágico, en el que Camborda teje un universo nublado, en el que se aprovechan los grises para llevar al espectador a una historia en la que se perciben las sensaciones más que verlas, que hace que se implica al público en una historia que va envolviendo a quien la ve, gracias a una clima que va atrayendo la mirada a la vez que va oprimiendo a sus personajes, creando la sensación de entrar en una espiral que hipnotiza y atrapa cual tela de araña.
Finalmente, ‘Arima’ es una fábula fantástica, que mira hacia los deseos y los miedos de lo femenino. Camborda trae el espíritu de João Pedro Rodrigues pero llevándolo a un terreno personal que la convierte en una cineasta muy atener en cuenta, al traer una mirada experimental y surrelista muy en la línea de esa mirada autoral europea de la que el citado Laxe es principal referente. Un excelente debut.