O corno: en el calor de la noche oscura del alma (***)
O corno no es solo una brillante Concha de Oro, además es una Cocha de Oro que debería alegrarnos a todos con la misma contundencia que avergonzarnos. Han tenido que pasar 71 ediciones del Festival de San Sebastián para que una directora española encabece el palmarés. Eso dice mucho de todo. Y nada bueno. Aunque nos alegremos, es muy triste. Y así.
Si se quiere, esa contradicción, la del entusiasmo matizado o la de la tristeza desbordante (como se quiera), preside toda la cinta; una aventura luminosa a través de la oscuridad; un relámpago de verdad en medio de lo más cutre. La película podría ser descrita como una epopeya de la sororidad. Pero como descripción programática no hace justicia. Es eso, sí, pero también es mucho más. Y lo es desde un rigor ético y estético incuestionable.
Una matrona (enigmática y profunda Janet Novás) huye de su pueblo tras verse involucrada en un aborto de terribles consecuencias. Estamos en 1971 y huir más que una opción se antoja una necesidad. Camborda esculpe literalmente la película en la oscuridad de la noche, en el rumor de los susurros, en la claridad del mismo viento. Y lo hace modulando las reglas de un drama que es a la vez road-moviey hasta western. Todo eso y celebración de la solidaridad entre humilladas y ofendidas. Como directora entre directoras olvidadas, sabe de lo que habla.
La película celebra el cuerpo femenino a la vez que revela y denuncia todos los poderes y reglas que lo atraviesan. Las imágenes de un aborto se agolpan en la retina del espectador con la misma violenta transparencia que las de un parto. Y, de nuevo, es en esta paradoja celebratoria entre lo que muere y lo que nace, entre la liberación y la imposición, donde O cornose hace grande para anunciar sin duda la llegada de un tiempo nuevo –y de una voz perfectamente distinguible– al cine, al cine español y al cine de todos.
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+ El tono épico-nocturno de toda la película obliga a contemplarla en una sala de cine. Es así.
– Las directoras no deberían confundir aquello de lo que deben hablar con los que pueden decir.